En 1850, en los bosques de Asia reinaban más de 100.000 tigres, los depredadores más impresionantes del mundo. Sus huellas podían encontrarse en India, Nepal, Rusia, Birmania, Camboya, China, Indonesia, Laos, Malasia y Tailandia. Sin embargo, los felinos no se limitaban a tales territorios, llegaron a rondar el mar Caspio, en el borde de Europa y las costas del Pacífico.
Pero llegó la ola y todo lo cambió. La ola de la destrucción de los bosques y de la caza. En un abrir y cerrar de ojos, las huellas de sus pisadas comenzaron a disminuir. Sus hábitats se volvieron escasos y fragmentados y la mano del hombre le condenó al cautiverio mortal. Así comenzó el descenso dramático de la población de estos ágiles e inteligentes felinos de mirada penetrante.
En el 2010, se llegó a decir que en libertad había apenas unos 3.200 ejemplares. Las alarmas se encendieron y en la Cumbre del Tigre en San Petersburgo, se decidió tomar medidas a favor de su conservación. Se estableció el 29 de julio como el Día Internacional del Tigre y el compromiso de doce países asiáticos, incluidos Rusia y China, de duplicar la población de tigres salvajes para el 2022, es decir, aumentarla a 6.000 ejemplares.