Las comunidades que hacen vida aguas abajo de las represas también son afectadas. Al recibir el agua contaminada, pierden el recurso del que dependían para vivir y trabajar. Quienes se oponen activamente a la construcción de una represa a veces deben pagarlo con la vida.
En el año 2018, dos activistas del movimiento Ríos Vivos de Colombia fueron asesinados por oponerse a la construcción de un mega proyecto hidroeléctrico, el más grande de Colombia: Hidroituango.
La organización Ríos Vivos lo dice claro. La construcción de la hidroeléctrica, en un ecosistema ya bastante afectado como es el de bosque seco tropical, es la muerte para el río Cauca, sus peces y las comunidades que dependen de él.
El impacto ambiental de la construcción de represas, y sus efectos sobre la población afectada, son poco divulgados. Pero es conveniente informar que estos proyectos son los responsables de una parte muy importante de la deforestación en el planeta, como la minería o la agricultura intensiva.