Para muchas familias, el precio a pagar por los alimentos, en la cantidad necesaria, puede llegar a ser inalcanzable y si a eso le sumamos que lo que puede comprar debe enfrentarse a enemigos como el moho, los insectos y los roedores en centros de producción y procesamiento que no cuentan con adecuados sistemas de refrigeración y conservación, y que otra gran cantidad es adquirida por restaurantes y centros de distribución por miedo a quedarse sin existencias de algún producto, y que finalmente tiran todo a la basura aunque no haya estado ni cinco minutos en el mostrador o en el plato, una alimentación balanceada parecería un lujo.
Visto así, el consumismo desmedido, compulsivo e irresponsable de unos es capaz de dejar sin un plato de comida a otros. Los alimentos terminan siendo un bien preciado al que no todos tienen acceso.
Fíjate. Al año en Europa y América del Norte se pierden y desperdician entre 95 y 115 kilos de comida por persona. En África subsahariana, Asia Meridional y Asia Sudoriental la cantidad de comida producida y no consumida ronda entre los 6 y los 11 kilos al año. Las frutas, verduras, raíces y tubérculos son los alimentos que más se desaprovechan a nivel mundial.