Las causas de la inseguridad alimentaria pueden ser de las más variadas y darse en cualquier eslabón de la cadena. Pongamos un ejemplo:
En el momento de la producción y cultivo de los alimentos, muchas veces los pequeños agricultores se enfrentan a una variedad de dificultades para resembrar y comercializar las semillas, lo que les genera inestabilidad. Por ello, en ocasiones se ven tentados a comprar otras semillas que suelen ser muy costosas y que pueden alterar el valor nutritivo del alimento y elevar su precio en el mercado. También pueden tener que enfrentarse a grandes compañías, como Bayer-Monsanto, que les obligan a tener una relación de dependencia en la que deben pagar por las semillas que les pertenecen pero que la empresa patentó como suyas. Esto también termina elevando los precios del alimento y, por tanto, afectando su disponibilidad en los puntos de venta (a los que también pueden tener dificultades para llegar, en cuanto a traslado o conservación), poniendo en riesgo la inocuidad del alimento, y un cerco a quienes no tienen los recursos suficientes para adquirirlo, impidiendo que muchas personas puedan consumirlo.
El informe sobre El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo 2019 identifica otros tres factores que explican el reciente aumento del hambre: los conflictos, el clima y la desaceleración y la recesión económica.
Bien sabido es que el cambio climático es una amenaza para las personas que padecen hambre. Los fenómenos meteorológicos extremos, como las inundaciones, los huracanes y las sequías hacen más frágiles a los cultivos y por tanto perjudican la producción de alimentos.
Los conflictos y las guerras pueden tener los mismos efectos e incluso, pueden llegar a ser peores. En Burkina Faso, Malí y Níger los ataques de grupos islamistas han deteriorado la seguridad alimentaria. Hasta 4,8 millones de personas tiene problemas para tener una dieta adecuada, sana y balanceada.
En cuanto al tercer punto, el informe sostiene que el ritmo desigual de la recuperación económica “está socavando los esfuerzos para acabar con el hambre y la desnutrición, y el hambre aumenta en muchos países donde la economía se ha desacelerado o contraído”, principalmente en las naciones de ingresos medios.