En realidad lo que contiene es un alto nivel de grasa, azúcares, sal, y aditivos químicos (colorantes, emulsionantes, almidones y preservativos), componentes tóxicos que dañan las células biológicas, propician la aceleración del envejecimiento y favorecen la aparición de enfermedades crónicas o degenerativas, que a su vez también acortan la duración de la vida celular y contribuyen a la discapacidad, morbilidad y/o mortalidad, entre ellas, la hipertensión, la diabetes, la osteoporosis, sobrepeso u obesidad y en algunos casos, el cáncer.
Si a eso le sumamos que por lo general, las personas mayores comen menos, bien sea por disfunciones orgánicas, interacciones de algunos fármacos o una situación económica precaria, el resultado puede tornarse aun más complejo.