Es una variante del veganismo que fue promovida, inicialmente, en los años 1950, en Boston, pero ha sido en los últimos años que ha ganado seguidores. Se basa en el consumo, de una manera poco convencional, de productos de origen vegetal, que provienen directamente de la naturaleza, que son cultivados de forma orgánica y sostenible.
El punto clave de esta dieta, es que los alimentos no se someten al fuego, es decir, se consumen crudos, aunque en algunos casos da cabida a la cocción, siempre y cuando sea a temperaturas inferiores a los 40°C. ¿Por qué? La respuesta es muy sencilla, al hacerlo así, se preservan los compuestos bioquímicos de los alimentos y al ingerirlos, se aprovechan todos sus nutrientes (vitaminas, minerales, proteínas, fibras, enzimas, etc.) y sus propiedades revitalizantes. Una cocción por encima de los 40°C-42°C, destruye las bondades nutritivas de los alimentos.