El mindfulness, que se refiere a la capacidad de prestar atención, se aplicó a la alimentación y se transformó en el mindfoodness o alimentación consciente para mostrarnos la importancia de relacionarnos con lo que comemos.
El concepto aboga principalmente por poner énfasis en qué alimentos ingerimos, qué cantidades consumimos y cómo lo hacemos. Habla de comer sano, con autocontrol y atención plena; de evaluar qué nos gusta comer, cuándo y por qué para evitar la ingesta por ansiedad o antojo. También implica concentración al momento de comer, evitar las distracciones, comer despacio y disfrutar en cada bocado de su sabor, textura, olor y las sensaciones que genera.
Pero, la alimentación consciente abarca mucho más que esto. La idea es estar atentos a todo lo que gira en torno a nuestra dieta, desde antes de llevarnos un alimento a la boca hasta después de ingerirlo. Comer con consciencia significa entonces tomar decisiones racionales y participar activamente en nuestra alimentación, prestando atención al origen, distribución y forma de consumo de los alimentos.