En este grupo entran los consumidores que tienen muy poco interés por el tema medioambiental y por tanto, por los retos que hoy por hoy debe afrontar nuestro planeta Tierra. Siendo así, no hacen nada por iniciativa propia para ayudar a mejorar las condiciones ambientales que les rodean. Alegan que no tienen tiempo, fondos o energía para emprender acciones ecológicas, que además, les resultan incómodas.
Lo más positivo que pueden llegar a hacer es adaptarse a determinadas normativas ecológicas, como por ejemplo, el tener que pagar por el uso de bolsas plásticas.
Desafortunadamente, 37% de los consumidores en Europa Occidental son ecoresignados, y peor aún, 49% de la población mundial también lo es.
Según explica el profesor de Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), Gázquez-Abad, específicamente en España, el alto número de consumidores ecoresignados es una consecuencia directa del bajo interés institucional por adoptar medidas ecológicas, la falta de propuestas del sector privado, el contexto económico del país y una serie de aspectos culturales y educativos.