La llamada Ruta de la Seda permitió durante 1.500 años el intercambio comercial, cultural y tecnológico entre China y el Mediterráneo. Era transitada al galope por comerciantes, religiosos y artistas, fugitivos, bandidos, refugiados, emigrantes y desplazados. Pero también, por alimentos, animales, especias, materiales, cerámica, artesanía, joyas y piedras preciosas. Se convirtió en una vía transcendental que configuró el mundo moderno.