La investigación del 2013 de la que te contábamos unos párrafos antes, liderada por Tracy Mincer y Linda Amaral-Zettler, encontró que estos microorganismos que hacen vida en la plastisfera contribuyen a la degradación del plástico. Al analizar las muestras de este material tomadas en el Océano Atlántico Norte, Mincer y Amaral detallaron que estas presentaban grietas microscópicas, formadas posiblemente por microbios que se incrustaron en ellos para asentarse.
Este dato, para muchos podría significar una esperanza, pues ven aquí la posibilidad de que las nuevas comunidades de microorganismos favorezcan la descomposición de este material que tanto contamina las aguas del mar.
Los científicos del CSIC, que evaluaron el comportamiento de los microbios marinos durante 5 meses, observaron que algunos de estos organismos modificaron la composición química del plástico, haciendo que los residuos de polietileno redujeran su peso hasta en 7% y los de poliestireno hasta en 11%.
Por su parte, Kohei Oda y Shosuke Yoshida, científicos del Instituto de Tecnología de Kioto, constataron en el 2016 cómo una nueva especie perteneciente al género Ideonella, a la que bautizaron como Ideonella sakaiensis, era capaz de degradar el PET a una velocidad de 0,13 miligramos por cada centímetro cuadrado, diariamente, a una temperatura de 30 grados.