México es un país que a lo largo de su historia reciente ha debido hacer frente a problemáticas gruesas como lo son la creciente contaminación y el azote de fuertes sismos, entre otras realidades que invisibilizan la problemática del agua.
Diariamente, miles de ciudadanos se ven forzados a realizar importantes travesías con el fin único de acceder a solo un poco de líquido vital, incluso el hecho de lograr acceder a un poco de agua no es garantía de que sea potable.
De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Inegi por sus siglas, el 89% de la población a escala nacional tiene acceso al agua y a servicios sanitarios, pero esto no garantiza que sea potable o que el acceso sea eficiente.
En México son muchas las comunidades que se ven obligadas a hacer uso de un agua que no es potable, que en algunos de los casos es tóxica y que va dejando secuelas irreparables en la población.
Por ejemplo, está el caso de Juanacatlán, un municipio ubicado en el estado de Jalisco, donde las personas se surten de agua directamente del río Santiago, una fuente de agua que está contaminada, pero que a los residentes de esa localidad no les queda otra opción más que consumir ese líquido, que incluso sabe a tierra, en medio de la inexistencia de políticas públicas que garanticen a las personas su derecho básico.
Además, hay que tener en cuenta que en muchos lugares del mundo, el agua vista como una mercancía se ha convertido en una constante que condena a muchas comunidades a la pobreza.
La falta de acceso a agua potable hace que otros derechos básicos tampoco puedan cumplirse, entre ellos se encuentran el acceso a una vivienda digna, la garantía de una salud pública y de calidad, así como el poder acceder a estudios.
Pero allí no termina todo, la falta de servicios sanitarios y escasez de agua confiable, está provocando que cientos de personas mueran debido a la diarrea provocada por aguas contaminadas.