El objetivo de la potabilización es garantizar al consumidor que el tipo de agua captada, tiene la calidad indicada en la legislación para un determinado uso. La falta de potabilización del agua está asociada con enfermedades hídricas que pueden conducir a la muerte en las poblaciones más susceptibles e indefensas, como son la infantil y la de los adultos mayores.
Las actividades antropogénicas diarias incorporan a las aguas superficiales y subterráneas compuestos que son contaminantes y que deben ser removidos durante el proceso de potabilización. Al beber agua contaminada, se pueden contraer enfermedades, tales como: gastroenteritis, diarrea, disentería, hepatitis, cólera o fiebre tifoidea, además de otros trastornos generados por virus, protozoos, helmintos y cianobacterias que pudieran estar presentes en el agua.
El agua se considera como un recurso limitado y no renovable, y a la vez se ha declarado como un derecho humano por lo que se debe garantizar su suministro regular a nivel mundial y con características aptas para ser consumida (bebible), esto hace que sea fundamental que las poblaciones recurran a la captación, almacenamiento en embalses o presas, y finalmente, al tratamiento para depurarla para que se consuma sin ningún riesgo a la salud, de allí la importancia de la potabilización.
Finalmente, los problemas de abastecimiento se ven agravados debido a la infiltración o descarga incontrolada de aguas residuales procedentes de las comunidades a los cuerpos de agua utilizados para consumo humano, por lo que el agua debe ser sometida a un estricto tratamiento de potabilización antes de distribuirla a la población para que cumpla todas las exigencias requeridas para que sea agua potable.