Los suelos se contaminan con cadmio de la misma forma que las aguas, es decir, por deposición de cadmio suspendido en el aire. Una contribución importante a la concentración de cadmio en el suelo se debe al uso de fertilizantes a base de rocas fosfatadas. Estudios han demostrado que este tipo de fertilizantes aumenta en diez veces la concentración de cadmio en el suelo.
El uso de lodos para tratar suelos agrícolas también se considera una fuente de contaminación por este metal pesado. El cadmio llega a estos lodos porque pueden ser preparados con aguas servidas contaminadas provenientes de vertidos industriales.
Puede además ocurrir una contaminación local de los suelos agrícolas por cadmio atmosférico proveniente de minas, plantas incineradoras y del uso de combustibles fósiles como el petróleo. Causa mucha alarma el hecho de que este contaminante puede persistir en el suelo hasta trescientos años sin transformarse.
La presencia de altas concentraciones de cadmio en el ambiente, afecta a los animales, las plantas y a las personas. Los animales situados en la parte superior de las cadenas alimentarias que se alimentan de otros animales contaminados son los más afectados.
Muchas plantas tienen la capacidad de absorber y acumular este metal pesado sobre todo si crecen en suelos ácidos. La biotecnología aprovecha esta capacidad de las plantas denominada fitorremediación para remediar suelos contaminados.
Algunos vegetales comestibles como los nabos, la lechuga y las espinacas concentran con mucha facilidad grandes cantidades de metales pesados como el cadmio. Es impresionante encontrar en la lechuga cantidades de cadmio hasta 16 veces más altas que las del suelo.