La contaminación ambiental con metales pesados es posiblemente una de las más antiguas que se conocen y su gravedad se debe a que se mantiene por muchos años en el ambiente, acumulándose en el suelo, el agua y los organismos vivos. El plomo está incluido en la lista de los metales pesados más tóxicos y dañinos para el medio ambiente y los organismos vivos.
Este elemento químico contamina el aire principalmente debido a que se funde con mucha facilidad y sus partículas son tan livianas que se suspenden en el aire. La actividad minera, la fundición de metales y la emisión de gases contaminados por aviones son las principales fuentes de contaminación de plomo.
Otras fuentes importantes de contaminación son la incineración de desechos metálicos, la industria del carbón y del petróleo y las fábricas de baterías que contienen plomo-ácido.
La presencia de altas cantidades de plomo en el ambiente produce la contaminación de los animales y las plantas. Los animales pueden enfermarse a causa del envenenamiento con plomo. Entre los efectos dañinos del plomo se han incluso reportado muertes por complicaciones cardio-respiratorias (del corazón y pulmones).
Los invertebrados son especialmente sensibles a la contaminación de este metal pesado y se han encdido las alarmas debido a la disminución de estos organismos en el océano, ya que estos animales son la base de la alimentación de otros animales marinos (peces medianos, pequeños y cangrejos) y esta situación puede conducir al desequilibrio de los ecosistemas marinos.
Las plantas también pueden verse afectadas cuando crecen en suelos con altas concentraciones de plomo y su sensibilidad va a ser variable dependiendo del tipo de especie de que se trate. Los árboles son más resistentes que otras plantas, pero existen especies que pueden acumular grandes cantidades de plomo y de otros metales, son las conocidas plantas hiperacumuladoras.