Desde su creación, los polímeros sintéticos han sido grandes aliados en la fabricación de cientos de productos. Sirven para envolver y preservar alimentos frescos, para elaborar piezas ligeras de aviones y vehículos, juguetes, utensilios, e incluso para trasladar agua potable en botellas desechables. Hasta están camuflados en hisopos, cremas faciales y protectores solares.
En esta era parece inconcebible vivir sin ellos, por eso muchos consideran que estamos en la Edad del plástico. Pero no todo se traduce en beneficios: para su producción se requiere la extracción de materias primas, pues se obtiene a partir del petróleo. Además, la mayoría de los productos que lo contienen están diseñados para alimentar la cultura del “usar y tirar”.
Muchas de las toneladas de plástico que se producen al año son desechables, debido a que buena parte termina en la basura poco tiempo después de usarse. Una realidad extremadamente preocupante si tomamos en cuenta que las tasas de reciclaje de sus residuos son extremadamente bajas.