Se les llama de muchas maneras, pero la ciencia los ha bautizado como Oniscídeos. Son crustáceos, no insectos como muchos creen. Se parecen a los cangrejos, pero al igual que los canguros y los koalas, tienen una bolsita (marsupio) en la que llevan sus huevos. Cuando se sienten amenazados se convierten en una bolita. Así se protegen de lo que consideran peligroso, dejando expuesta solo su dura capa externa y resguardando sus órganos. No orinan sino que producen una sustancia química (amoníaco) que pasa a través de sus caparazones como un gas.
Aunque sus antepasados solían vivir en el agua, ahora habitan en la tierra, especialmente en zonas bastante oscuras y húmedas, en bosques y selvas. Pero también es común que los encuentres en los jardines, entre las piedras o cerca de los troncos de los árboles. Allí, cerca de las raíces y plantas emergentes, se mantienen ocupados y muy concentrados en el cumplimiento de unas funciones muy especiales.