Esto no solo da cuenta de cómo los humanos estamos influyendo en la forma en las que las aves construyen sus nidos, sino que las coloca en riesgo, pues sus patas, picos y alas pueden enredarse con estos desechos o consumirlos al confundirlos con alimentos, lo cual puede provocarles la muerte.
De modo que si bien la conclusión del estudio es bastante reveladora no es de extrañar, pues el hombre en su afán de tener “mejor calidad de vida” invade, transforma y en el peor de los casos, destruye el hábitat de diferentes especies, tanto animales como vegetales, poniendo en riesgo su existencia.
No solo eso, ha diseñado y potenciado una cultura de “usar y tirar” que por un lado hace la vida del ser humano más práctica (e incluso cómoda) y por otro, contamina todo cuanto puede (agua, suelo y aire). Tira todo tipo de desechos dondequiera y estos terminan en los lugares menos pensados. Ya están en el Ártico, imagínate.
Esto nos indica que la huella ecológica del ser humano, lamentablemente sigue siendo negativa. Estamos rodeados de basura. Nuestros bosques están repletos de desechos y tenemos 8.300 millones de toneladas de plástico flotando en nuestros océanos y las estimaciones a futuro no son alentadoras. Para el 2025 se espera que la generación de basura aumente en 50% y que 25 años más tarde la cifra ascienda al 75%, siendo el plástico el personaje protagónico de una triste escena de contaminación ambiental.