En el mundo existen más de mil millones de vacas. Y se estima que, estas pueden generar entre 100 y 500 litros de metano al día. Según un estudio publicado en la revista Carbón Balance and Management, las emisiones de metano aumentaron en un 11% desde el 2006 al 2011.
En los estómagos de las vacas se alojan bacterias que ayudan en el proceso de la digestión, del cual, se desprende el metano que, posteriormente, es expulsado como bolsas de gases en las flatulencias y eructos de estos animales.
Pero, seguramente te preguntarás ¿por qué si las vacas siempre han existido, y obviamente también sus flatulencias, cómo es que este gas ha resultado tan nocivo?
Para que la producción ganadera mantenga su rentabilidad, la industria provee a las vacas de alimentos y de hierbas químicamente alterados con fertilizantes. Esto, no solo provoca cambios en la masa corporal de los animales y por tanto en la cantidad de comida que necesitan, sino que, también influye negativamente en su proceso de digestión. Con ello, se estimula el aumento de la emisión de metano a través de los gases expulsados por los mamíferos; bien sea, como flatulencias, o con la respiración, en forma de eructos. Así se genera cada vez más y más contaminación ganadera.