Los países desarrollados dependen mucho del Sur para sostener sus industrias y sus niveles de consumo. Necesitan grandes superficies de terrenos para cultivar y muchísimos recursos naturales y minerales, diversidad biológica, almacenes de contaminación y conocimientos tradicionales que en los países del Sur brotan y fluyen como una bendición del planeta. El Norte lo sabe y por eso mete sus garras allá, sin piedad alguna.
Introduce sus grandes y peligrosas corporaciones recurriendo a acuerdos comerciales que apoyan sus actividades y a gobiernos que le dan luz verde a sus proyectos e inversiones, a veces, a cambio de un supuesto desarrollo y crecimiento económico que no es tal. O bien, consume y se beneficia de productos que compra a precios tan bajos que ni siquiera compensan el trabajo ni mucho menos la contaminación que ocasiona su producción.
Cabe decir que las privatizaciones de servicios y bienes naturales y la transferencia tecnológica también son otras de las estrategias que emplean los países desarrollados para ganar cada vez más control y dinero, claro está asumiendo menos riesgos.
En base a ello, se puede señalar como principales deudores a Norteamérica y Europa, sus industrias, megaproyectos (carreteras, puertos, hidroeléctricas), e instituciones. Son ellos, los industrializados, quienes se llevan la tierra, el agua, los minerales, bosques y conocimientos tradicionales de África, Asia y en especial, Latinoamérica.