Cuando el mercurio llega al ambiente no se comporta de forma estática o inmóvil. Debido a sus características químicas puede entrar en un ciclo natural que lo transportará a otros ambientes. Esta situación es particularmente importante en la producción de la forma de mercurio más dañina que se encuentra en el ambiente: el metilmercurio.
El metilmercurio es un contaminante muy potente que se produce gracias a la acción de algunas bacterias que actúan sobre el mercurio presente en el suelo o el agua. Esta forma de mercurio es la más dañina para los organismos vivos y tiene la capacidad de acumularse en sus cuerpos.
Como un típico representante de los metales pesados dañinos para la salud se acumula en los animales grandes que se comen a otros más pequeños contaminados. Esta contaminación concentrada es un problema grave en animales comestibles como los pescados de mayor tamaño (pez espada, atún, tiburón y verdel) y moluscos bivalvos (ostras, almejas y mejillones).
El efecto dañino del mercurio no sólo afecta a las especies animales comestibles, sino a todas en general. Las cadenas alimentarias mantienen el equilibrio ambiental y si sus miembros se ven afectados, a la larga se perderá ese equilibrio.