Teniendo en cuenta la gravedad del asunto y la necesidad de abordarlo tan pronto como se pueda, se ha dispuesto un destacamento de 70 rescatistas, bombas, máquinas y excavadoras de la petrolera rusa Gazprom Neft, cinco brigadas de 80 personas de la operadora de oleoductos Transneft, sistemas de recolección y almacenamiento de crudo, drones y helicópteros, además de una brigada de la empresa responsable de derrame, Nornikel, y expertos del Servicio de Rescate Marítimo.
Todos trabajan mancomunadamente para sortear las dificultades de acceso a la zona afectada, entre ellas la poca profundidad del río y el terreno pantanoso, y poder recoger el petróleo vertido y contener el derrame. De no lograse, según advierten varios equipos especializados, hay grandes riesgos de que el combustible llegue al lago Pyásino, el cual desemboca en el mar de Kara, parte del Océano Ártico.
Por lo que Estados Unidos, pese a los cada vez más evidentes desacuerdos con la nación euroasiática, se ha ofrecido a colaborar. Su Secretario de Estado, Mike Pompeo, ha dicho a través de su cuenta de Twitter que Estados Unidos está listo para brindar la experiencia técnica necesaria para detener el desastre. Ellos también tienen experiencia es esto, más como generadores de calamidades ambientales que como sanadores de la misma.