Cuestiones de la famosa quinta generación que vistas de manera muy superficial solo parecen un sinfín de bondades para el hombre, pero que en definitiva son contaminantes, pues implican un aumento significativo de los campos electromagnéticos que supone también el aumento de la demanda de electricidad y más emisiones de carbono, y cuyas radiofrecuencias tienen un impacto real sobre la salud, desde estrés celular, alergias e insomnio hasta daños genéticos, cognitivos y desarrollos cancerígenos. Y es precisamente esto (lo relacionado con la salud) lo que está generando preocupación incluso, en algunos gobiernos como el de Suiza, Bélgica y Holanda que han decidido parar la implementación de la 5G hasta tanto no haya suficientes pruebas de que los estándares de radiación que precisa no representan riesgos para la población.