En tanto que en la troposfera el yodo tiene una implicación positiva. Allí, en “la parte baja de la atmósfera donde transcurre la vida”, el ozono es un gas contaminante de efecto invernadero “dañino para la salud humana y vegetal”. Así que cuando el yodo, junto al cloro y el bromo, destruyen el ozono troposférico, se regula la carga de esto que muchos tildan como ozono malo, y puede, incluso mejorar la calidad del aire, lo que resulta especialmente importante cuando el calentamiento global del planeta avanza con fuerza.
Así que como indica Alfonso Saiz-López, “los resultados muestran la importancia de considerar la química de yodo tanto en la troposfera como en la estratosfera en los modelos climáticos, ya que la emisión natural de sustancias yodadas a la atmósfera es altamente dependiente de la evolución del clima y se espera que el impacto de las sustancias yodadas aumente en el futuro respecto a las fuentes cloradas y bromadas”.
Evitemos la emisión de gases contaminantes a la atmósfera. Con ello cuidaremos nuestra capa de ozono, esa que nos permite vivir y desarrollarnos en la Tierra.