Parece que en lo que va de este 2020, la cuarentena a la que el covid-19 ha obligado a prácticamente el mundo entero le ha dado una mano al planeta. Mientras miles de personas se resguardan en sus casas para protegerse del coronavirus, la capa de ozono vive los efectos positivos de la pandemia.
Con la obligada y evidente disminución de la actividad industrial, el cierre de oficinas y la paralización del tránsito se han reducido notablemente los niveles de emisiones de los principales compuestos químicos responsables de la pérdida de ozono estratosférico: los clorofluorocarbonados (CFC), mayormente utilizados por los equipos de refrigeración, como propelentes de aerosoles y para la fabricación de productos de limpieza. Y esto evidentemente también ha aportado su granito de arena en la reducción del agujero de la capa de ozono y por ende, que algunas regiones del planeta comiencen a notar cambios en ciertas condiciones climáticas.