Lamentablemente en Guatemala, la concienciación general de las personas sobre la importancia de cuidar los recursos naturales es baja, por lo que no es de extrañar que pobladores que viven en las zonas aledañas al río hayan instalado decenas de basureros en la ribera del lago, una situación que se da también debido a una falta de políticas públicas que permitan que todas las personas accedan al servicio de aseo en el país.
De acuerdo a la Autoridad para el Manejo Sustentable de la Cuenca del Lago de Amatitlán, en los primeros 5 meses de este 2020 se han acumulado en el lago de Amatitlán unas 6.320 toneladas de desechos sólidos, de los cuales solo 2.885 toneladas se han producidos específicamente en el mes de mayo.
La contaminación se ha agudizado producto de la masificación de artículos desechables como las mascarillas y los guantes de látex o plásticos, que son exigidos a la población como una de las diversas medidas dirigidas a frenar la propagación de la COVID-19.
Muy a pesar de los daños que causa la elevada contaminación, el lago se niega a morir.
Ubicado a 30 kilómetros al sur de la capital de Guatemala, el lago de Amatitlán destaca por ser uno de los centros de turismo y distracción de miles de guatemaltecos, además esta fuente de agua es una reserva vital para la biodiversidad.
En el lago de Amatitlán convergen diversas especies y variedades de peces, en su superficie se pueden observar patos y un poco más arriba se distinguen aves migratorias, entre las que destacan las garzas.