El pangolín destaca lastimosamente por ser el mamífero más cazado del mundo. Su complexión lo hace muy indefenso frente a los depredadores, apenas cuenta con una larga cola, un camuflaje de escamas marrones y un cuerpo de tamaño pequeño.
Frente a la artillería de los que se dedican al tráfico ilegal, el pangolín es muy poco, por decir nada, lo que puede hacer.
A pesar de que la República Centroafricana es un país devastado por la guerra civil, en esta nación ubicada en África Central se encuentra un santuario de vida animal, específicamente en los bosques del Parque Nacional Dzanga-Sangha, uno de los pocos refugios en el mundo para este mamífero en peligro de extinción.
En este lugar se está llevando adelante un proyecto que pasa por el estudio a profundidad de los pangolines en su entorno natural. A través de esta investigación, única en el continente, se busca comprender a este animal y no solo eso, sino también, protegerlos.
El pangolín es un animal asombroso que ante el peligro se paraliza y se convierte en una bola de escamas, acción que lo hace vulnerable a las capturas. Pese a ello, es difícil de estudiar en cautiverio, señalan los expertos.
Y es que encerrados, estos animales no pueden mantenerse por muchos días, debido a que no se alimentan, el encierro hace que se mueran de estrés, gastritis y otros problemas que aún se desconocen.
La solución que han encontrado en este santuario animal es monitorear día a día algunos especímenes bien identificados, con la ayuda de pigmeos en la región.