La expansión de los asentamientos humanos, la intensificación de prácticas agrícolas y la extracción maderera inciden directamente en el declive de la población del elefante asiático, al igual que las minas explosivas esparcidas por los suelos en zonas de guerras.
Todo ello ha propiciado una destrucción bastante crítica del hábitat del elefante, ha fragmentado los bosques y obstaculizado sus vías de migración. Cada vez tiene menos espacio para vivir tranquilo y las estimaciones a futuro son aun más preocupantes. En las próximas décadas, los elefantes asiáticos pueden perder hasta 42% de hábitats adecuados en India y Nepal, como consecuencia de la combinación de la presión humana y el cambio climático.
Y ante este escenario, el elefante ve cada vez más difícil encontrar comida para sobrevivir. Este gran mamífero necesita entre 100 y 300 kilos de alimento cada día, por lo que su hábitat ideal es aquel de terrenos extensos, con vegetación diversa y acceso a corredores adecuados por los cuales pueda transitar hacia las zonas donde se desarrollen los brotes más tiernos y nutritivos o pueda encontrar los minerales necesarios para su existencia.
Por eso, en la antigüedad, era común verlos en los manglares coteros y las altas laderas del Himalaya en la India y no en los desiertos, y ahora se les encuentra en zonas fronterizas en bosques o junglas y terrenos herbosos, incluso campos de cultivo donde puede ocasionar serios problemas a los agricultores porque en su búsqueda de nuevos espacios y alimento tienden a dañar algunos cultivos e infraestructuras.