Para nadie es un secreto que el carbón es la fuente de energía que más contamina a escala mundial, generando alrededor de una tonelada de CO2 por cada megavatio hora generado.
Por ello, la Unión Europea, en su apuesta de bajar el nivel de contaminación en el continente y cumplir con los objetivos del pacto de París impuso un plan a sus Estados miembros, para reducir las emisiones permitidas, incluso obligaron a la empresas a pagar por las emisiones de dióxido de carbono que generaban.
A las centrales térmicas de españolas ya las cuentas no les dan para mantenerse en funcionamiento, y ante la imposibilidad de cumplir con las reglas de juego, han tenido que frenar operaciones.
Es así como estas siete centrales, que juntas generaban una potencia instalada de casi 6.000 megavatios han dejado de quemar carbón el último día del sexto mes del año, ya para julio de 2021 se sumarán a estas plantas, As Pontes y Litoral de Endesa.
Este hecho sin dudas deja un sabor agridulce en el país ibérico, pues si bien es un paso importante en pro del planeta existe una realidad social, y es que a pesar de que el gobierno, las empresas y los sindicatos han prometido sumar los mejores esfuerzos posibles para garantizar la mayor cantidad de empleos, lo cierto es que existen personas que se quedarán sin su fuente de ingresos principal. En medio de un escenario de pandemia global que golpea fuerte los bolsillos de todos, pero que causa mayores estragos en una clase trabajadora que depende de un sueldo para sobrevivir.
Y es que hay que tener en cuenta, que si bien los terrenos de estas centrales térmicas de carbón serán utilizados en el futuro para el desarrollo de otros proyectos, deberán pasar entre tres y cinco años para que se consume el desmantelamiento total de estas plantas.