Si bien la sobrepesca inició a comienzos del siglo XIX, cuando la gente de esa época capturaba de manera masiva a las ballenas, con el fin único de obtener grasa para la fabricación de aceites que luego se empleaban en las lámparas, esta práctica agotadora se convirtió a finales del siglo XX en un suceso global de proporciones catastróficas.
Cuando se habla de agotamiento de un ecosistema, por ahí siempre sobresale la palabra “negocio” como una de las principales causas. Recordemos que, a mediados del siglo XX, cuando inicio toda una ola de campaña para poner alimentos ricos en proteínas en la mesa de los consumidores, comenzó a ampliarse este negocio. Desde que la pesca se sumó a la ola de las máquinas, lejos quedó esa imagen que teníamos de un pescador montado en un barco con su caña de pescar, las grandes corporaciones se convirtieron en los principales proveedores de pescados y mariscos a escala mundial.
A través de la industrialización de la pesca, se pusieron en marcha técnicas devastadoras, técnicas extremadamente agresivas que poco a poco han venido agotando las poblaciones de los océanos, y es que quienes se dedican a la pesca industrial el fin único que buscan es lucrarse con un recurso que ni siquiera les pertenece, por lo que no es de extrañar que la palabra “conciencia” o “responsabilidad” se pongan en marcha a la hora de pescar.
Pero no es solo la pesca industrial que pone en riesgo la vida marina, también lo hace el mercado negro, la pesca ilegal se hace anualmente con el 20 por ciento del total de peces que se capturan y económicamente causa pérdidas de hasta 23 mil millones de dólares al año. A los riesgos se suma la pesca de arrastre de profundidad, un tipo de pesca insostenible y muy destructiva, puesto que las grandes redes de los buques arrastran el fondo del océano y destrozan y atrapan todo a su paso. Para que se tenga en cuenta el nivel de irresponsabilidad de esta práctica, entre el 30 y el 60 por ciento de lo que se atrapa, corresponde a especies que se han capturado de forma accidental, por lo que son nuevamente tiradas por la borda.