Desde entonces, el MST confronta la base económica de la sociedad brasileña. Lucha permanentemente contra el latifundio, para reorganizar la agricultura brasileña e impulsar un nuevo modelo de desarrollo rural. ¿Cómo? Con planes rigurosamente logísticos de tomas de tierras entendidas como improductivas y que no cumplen su función social, en posesión de hacendados nacionales o de monopolios extranjeros. Pero también, con huelgas, marchas, concentraciones sociales, asambleas, caminatas y acampadas en los entes gubernamentales.
Acciones que obviamente se han topado con la negativa de los gobiernos de turno, con la criminalización de su labor, con la represión policial y el hostigamiento, pero que gracias a la constancia han permitido avanzar en la construcción de nuevas propuestas agrarias a favor de la igualdad y la justicia social en el campo.