La industria de la aviación hoy en día enfrenta importantes turbulencias económicas.
Pese a que la mayoría de las aerolíneas insisten en posicionar la matriz de opinión que esta crisis se debe al cierre de fronteras o a la cancelación de los vuelos a raíz de la pandemia declarada a mediados de marzo por la OMS a raíz del COVID-19, eso no es del todo así.
Lo que sí es cierto es que gracias a la coyuntura actual la contaminación ha disminuido.
En medio de la pandemia, el grito de ayuda ha elevado sus decibeles, las aerolíneas aseguran que están entrando en terapia intensiva producto de los síntomas que genera el nuevo coronavirus.
Pero la culpa de todo esto no la tiene el COVID-19.
El jueves 5 de marzo, la aerolínea regional británica, Flybe, anunció su quiebra, con lo que se ponen en riesgo unos 2.000 empleos.
Ante la declaración de bancarrota, los medios de comunicación han señalado al coronavirus como el principal responsable, pero…
Los problemas financieros de esta aerolínea no eran una cuestión de ahora.
Flybe llevaba meses atravesando por una situación financiera difícil, incluso en enero pasado, la aerolínea había evitado el colapso después de que el gobierno alcanzase un acuerdo con los accionistas de esta compañía, entre ellos Virgin Atlantic y Stobart Group.
El gobierno de Reino Unido indicó que está dispuesto a ayudar a los trabajadores de Flybe a conseguir nuevos empleos y que trabajará con otras aerolíneas para reemplazar los servicios que deja esta aerolínea.
Flybe, con una flota de 63 aviones, fue fundada en 1979 como Jersey European Airways y volaba a 56 destinos.
Hasta su inminente aterrizaje el día de hoy, la aerolínea operaba cerca del 40 por ciento de los vuelos domésticos de Reino Unido y a nivel regional se trataba de la aerolínea más importante de Europa.