Este 10 de agosto, una vez se hizo sentir el volcán, se ordenó a los aldeanos mantenerse alejados de la boca del cráter. Como medida preventiva ante una posible erupción magmática, el Centro de Vulcanología y Mitigación de Peligros Geológicos de Indonesia estableció como perímetro de seguridad máxima, una distancia de 5 kilómetros a la redonda y sugirió a las personas cubrirse la cara para protegerse de las cenizas y los posibles flujos de lava. Además, se decretó la alerta de Peligro Rojo para la aviación, en aras de evitar el tránsito aéreo sobre el cráter y las cenizas.
Afortunadamente, el resultado de la actividad volcánica fue muy distinto al de las erupciones anteriores, no dejó fallecidos ni muertos, y ni cerca estuvo de ocasionar un tsunami como el provocado en el 2018 por el volcán Anak Krakatoa, situado entre las islas de Java y Sumatra, y que acabó con la vida de unas 400 personas.