Ubicada entre Nueva Zelanda y Perú.
En 1988, fue declarada por la Unesco como patrimonio mundial por su “valor universal excepcional”, pues tenía una “ecología casi intacta”; pero, hoy alberga una gran concentración de residuos plásticos. Y se ha posicionado en los primeros lugares de las playas más contaminadas del mundo.
Latas, botellas, bolsas, boyas, materiales de pesca y todo cuanto plástico puedas imaginar llega a sus aguas procedentes de Chile, Ecuador, Argentina, Canadá, Alemania y pare de contar.
En el 2015, la científica Lavers encontró que, en la isla había no menos de 700 fragmentos de plástico por metro cuadrado, para entonces, la cantidad más alta en todo el mundo. ¿Te imaginas a cuánto habrá ascendido la cantidad de estos residuos en los últimos años?