Bolivia y Chile han protagonizado por años una disputa por las aguas del Silala.
El primero alega que se trata de un manantial cuyas vertientes nacen en su territorio y alcanzan a su vecino gracias a una serie de canalizaciones artificiales emprendidas por Chile. Por tanto, le exige una indemnización por el consumo histórico de sus aguas. Según un estudio realizado por el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología boliviano (Senamhi) se trata de 4,8 millones de metros cúbicos al año.
Desde La Paz, además, se acusa a Chile del desvío del río Lauca, y se reclama la salida soberana al mar que perdió en 1879 durante la Guerra del Pacífico.
Chile, en cambio, argumenta que el Silala es un río transfronterizo que desemboca naturalmente en la región de Antofagasta y abastece a varias poblaciones del país.
La polémica viene desde principios del siglo XX cuando la compañía inglesa “The Antofagasta and Bolivia Railway Company Limited” obtuvo un permiso para el tránsito de sus locomotoras a vapor por las aguas del Silala. Aunque dicho tránsito no continuó, los canales artificiales que quedaron siguen permitiendo la llegada de aguas bolivianas al norte de Chile.