Desde hace más de años 50, el deseo por conocer qué hay en el espacio ha motivado a la comunidad científica al desarrollo de todo tipo de proyectos. Hasta entonces, (gracias a los avances de una industria tecnológica que nos inunda de chatarra electrónica) se han realizado más de 5.000 lanzamientos de misiones espaciales. En cada uno de ellos, llegan al espacio objetos artificiales, creados por el hombre, que no regresan a la atmósfera y quedan orbitando alrededor de la Tierra (a entre 800 y 1.000 km de altura).
Algunos quedan cumpliendo funciones específicas de comunicaciones, pero son los que se encuentran en desuso, los que quedan atrapados en el campo gravitatorio, orbitando de forma descontrolada a gran velocidad alrededor de nuestro planeta, los que generan preocupación. Esos que quedan allí y nadie sube a buscarlos.
Las naves que han quedado obsoletas, los restos de cohetes, los escombros de explosiones, las pequeñas partículas de pintura, todo tipo de objetos desprendidos durante las misiones espaciales, como herramientas, tuercas o tornillos que han perdido los astronautas intentando reparar algo en la nave, e incluso, partes de sus trajes espaciales (como guantes, por ejemplo), se están convirtiendo en un gran problema. He aquí la basura o chatarra espacial.
No hay precisión en cuanto a la cantidad que existe de ella, pero todos los datos de informes existentes sobre el tema son preocupantes: