El flujo del agua del Atlántico al Ártico es cada vez más potente y anormal, es más caliente y con mayor salinidad, y esto afecta la estratificación natural del océano.
Para evitar que el glaciar Presena se derrita, cada verano se cubre con una lona especial que evita ceda ante el inminente calor.
A lo largo de los últimos meses, el Ártico ha venido registrando elevadas temperaturas que han provocado un deshielo acelerado en una de las zonas más estratégicas a nivel de clima para el planeta.