La explosión en Chernóbil elevó las sustancias radiactivas a una altura de 1,5 kilómetros en el aire, lo que provocó una nube radiactiva que se extendió más allá de las regiones inmediatas, llegando a diversas poblaciones lejanas según las condiciones ambientales presentes.
En el proceso de contaminación, el yoduro radioactivo jugó un gran papel. Este elemento tiene una vida media corta de descomposición y, relativamente poco después del accidente, se descompuso naturalmente en sustancias inocuas. Hoy en día, la contaminación radiactiva consiste principalmente en sustancias como el estroncio y el cesio, que tienen una vida media de desintegración de 30 años. Estas sustancias continuaron contaminando el medio ambiente cercano durante décadas después del accidente. Los isótopos de plutonio y americio estarán presentes en el territorio respectivo por varios miles de años, aunque tienen un efecto de radiación insignificante para el cuerpo humano.