Según las cifras de los registros hechos por autoridades peruanas, los peores períodos fueron los correspondientes a 1982-1983, donde fueron contabilizadas 512 personas fallecidas, número que no incluyó a los 8.500 decesos indirectos por enfermedades.
Seguidamente, el lapso de 1997-1998, que provocó la muerte de 366 seres humanos. Estas cifras corresponden solo a Perú. A escala global, el Niño se cobró la vida de 23.000 personas y ocasionó pérdidas por 45.000 millones de dólares.
Varios indicadores hacían ver que el Niño del período 2015-2016 sería muy cruento. Uno es la elevación en los niveles del mar, que era muy similar a la de 1997. Esto señala que hay una gran capa de agua caliente en el océano Pacífico. La NASA se mostraba sorprendida de la similitud de los patrones de comportamiento de ambos lapsos.
Otro de los índices que señalaban la crudeza del fenómeno de 2015 fue el de las altas temperaturas registradas ese año. Numerosos estudios establecen que a mayores temperaturas, los efectos de fenómenos como El Niño, se agudizan.
El Niño es un fenómeno cíclico que está presente en el planeta desde hace miles de años. El cambio climático y la acción del hombre en los ecosistemas hacen que sus efectos sean más perniciosos. Sin embargo, sus efectos, ahora palpables de manera directa y dolorosa, pueden ser mitigados. El ser humano tiene una tarea pendiente con su especie y con el planeta: proteger la vida de los más vulnerables.