A esto se le debe sumar también la falta de conciencia en relación a su destino final, en el mejor de los casos termina en enormes vertederos, que tienen algunos productos de uso diario. Frente a esa realidad, el uso de materiales y productos biodegradables cada día se torna más imperativo. El mar, lagos, ríos y grandes extensiones de territorio son vertederos improvisados donde va a parar todo lo que se desecha de la maquinaria de consumo no sostenible.
Cuando se habla de desarrollo autosutentable, de manera obligada se debe hacer referencia a los materiales biodegradables. Estos materiales son aquellos que tienen un origen natural y que en su proceso de descomposición o degradación intervienen los elementos de la naturaleza, tales como el agua, el sol, los vientos o la acción de determinados hongos o microorganismos.
El proceso de transformación de los materiales biodegradables cumple una función primordial en lo que se conoce como el ciclo vital. Una vez entra en un proceso de descomposición, la materia orgánica le retribuye energía a la naturaleza para crear más energía y nuevos materiales orgánicos. Abono para las plantas o alimentos para los animales son las nuevas formas que adquieren los residuos orgánicos.
Hay dos formas básicas de descomponer un material biodegradable: abiótica y biótica. El primer proceso es el que se produce mediante un mecanismo físico o químico. La segunda modalidad es cuando el proceso de descomposición se da por la acción de organismos vivos. En términos más llanos, un material se considera biodegradable cuando es capaz de descomponerse y regresar al ciclo vital de manera natural y ecológica.