Según la Fundación Oso Pardo, durante la Edad Media la población de osos pardos estaba presente en casi toda la Península Ibérica, esta llegaba incluso a Andalucía. La caza indiscriminada de estos ejemplares casi provoca su extinción, al punto de que en los años 70 se declara especie protegida. A partir de la década de los 90 los plantígrados empiezan un proceso de recuperación del número de población.
Con el regreso del oso pardo a las tierras gallegas, desde distintas organizaciones como la Fundación Oso Pardo, se llevan a cabo estrategias para que no se vuelva a ir. Explican los voceros de la mencionada fundación, que en el pasado los humanos persiguieron y acabaron con los osos, no de manera innecesaria sino como un mecanismo de defensa. Ahora que se están recuperando hay que buscar las maneras de que la convivencia entre humanos y osos sea posible.
Entre las iniciativas para conciliar la caza, el turismo y la conservación de la especie, se encuentra la donación de mastines y pastores eléctricos para proteger y defender las colmenas de los apicultores y charlas a los habitantes de las zonas oseras sobre la conveniencia de una coexistencia pacífica.