Recientemente se publicaron los resultados de un nuevo estudio de la Universidad de Oxford, en el que los investigadores encontraron que el mosquito Anopheles gambiae, principal transmisor de la malaria en África, ofrecía resistencia a cinco tipos de insecticidas convencionales, y que dicha resistencia había aumentado de manera considerable entre los años 2005 y 2017.
Tanto en el oriente como en el occidente de África, el estudio constató un aumento de la resistencia a los piretroides, una clase de insecticida con el que se tratan los mosquiteros. El uso de los mosquiteros impregnados de insecticidas es una de las medidas que se vienen aplicando, de manera exitosa, desde hace un tiempo en el control de los mosquitos transmisores.
Los resultados de este estudio son de un gran valor porque permitirán ajustar las medidas que se vienen tomando para el control de vectores y cómo han impactado en el control de la transmisión de la malaria. La relación que hay entre resistencia a los insecticidas y la prevalencia de la enfermedad era, hasta ahora, poco estudiada.
Por otro lado, en el año 2019, un estudio también procedente de Reino Unido, específicamente de la Escuela de Medicina Tropical de Liverpool, reveló que los mosquitos transmisores de la malaria tenían en sus patas una proteína que los hacían inmunes a los plaguicidas.
La investigación, recogida en la revista Nature, estudió a ejemplares de las especies Anopheles gambiae y Anopheles coluzzii procedentes de Burkina Faso y Costa de Marfil. Luego de que los mosquitos entraban en contacto con piretroides, el insecticida más habitual en la lucha contra la malaria, la proteína llamada SAP2 de sus patas aumentaba.