Organismos multilaterales como el Banco Mundial consideran al ganado endémico como un bien de interés público global. Esta institución ve en la ganadería de razas nativas, bajo la modalidad extensiva, una oportunidad para superar condiciones de pobreza. De igual manera, el ganado nativo es un elemento clave en el funcionamiento de los ecosistemas agrícolas.
Los animales herbívoros modifican la estructura de la vegetación, por lo tanto, también impactan en la biodiversidad que depende de esta. Así mismo, los rebaños aportan nutrientes a los suelos con sus defecaciones y ayudan a que circulen dentro del ecosistema agrícola. La presencia de ganado autóctono le confiere a los paisajes complejidad y diversidad.
Lamentablemente, la intensificación de la actividad agrícola durante la segunda mitad del siglo XX, dio al traste con la mayoría de razas endémicas de ganado. La industrialización y la mercantilización de la alimentación, junto con una alta tecnificación de la producción y reproducción han beneficiado el auge de razas muy especializadas.