Al poco tiempo los cerdos empezaron a enfermar, probablemente luego de ingerir fruta mordida por los murciélagos, junto a los criadores locales de cerdos. Dos años más tarde, 265 personas habían desarrollado una severa meningitis y 105 fallecieron. Fue la primera aparición del virus Nipha en seres humanos.
La malaria, el dengue y la fiebre chinkungunya son enfermedades transmitidas por mosquitos. Cuando los bosques son sustituidos por cultivos, la regeneración de la vegetación de arbustos y el calentamiento y enturbiamiento de las aguas brinda un ambiente más propicio para que los mosquitos se reproduzcan.
El ébola y el VIH son enfermedades infecciosas que también están relacionadas con la expansión de asentamientos humanos hacia las áreas marginales de los bosques. El contacto permanente entre seres humanos y fauna silvestre propicia el contacto con agentes patógenos que les son desconocidos.
Los contagios con enfermedades también se pueden dar cuando especies portadoras salen del bosque y buscan la abundancia de alimentos en los nuevos cultivos. Tal es el caso del virus Lassa. En Liberia los cultivos de palma aceitera atraen a los roedores que portan la enfermedad.
Si un ser humano entra en contacto con alimentos u objetos contaminados con orina o heces del animal portador, o con fluidos corporales de personas infectadas, contraerá el virus. En los humanos el virus Lassa causa fiebre hemorrágica, tal como el ébola. En el último brote de la enfermedad falleció el 36% de los infectados.
Algunos investigadores son partidarios de agregar la contención de enfermedades como unos de los servicios ecosistémicos de los bosques, tal como el almacenamiento de CO2. Las políticas de ordenamiento del territorio, dirigidas a preservar los bosques de la deforestación, deben estimular la conciencia de que, salvando los bosques, promoviendo un desarrollo sostenible, se salva la vida de los seres humanos.