La biodiversidad de los ecosistemas dulceacuícolas es la que más embates ha sufrido, y en poco tiempo ha mermado mucho más que la de los mares o los bosques. Aseguran los expertos que el declive en la población de reptiles y peces se debe, principalmente, a la fragmentación de los territorios por el uso de los suelos, destinados a la explotación agrícola y maderera.
Según se desprende del informe de WWF, se estudiaron 3.471 poblaciones de agua dulce y desde los años 70, ha disminuido en 84%, a razón de una especie por año. De igual forma, precisan que el 90% de los humedales de todo el planeta ha desparecido, lo que irremediablemente impacta sobre los ecosistemas de agua dulce y sus especies.
La pérdida de biodiversidad es un asunto que debe movilizar la conciencia colectiva. No es un problema que atañe solo al medio ambiente porque de su integridad dependen la economía, el desarrollo y la seguridad. Proteger la biodiversidad es una manera de asegurar la supervivencia de la especie humana.