Los bosques son una fuente invaluable de recursos medioambientales y ecosistémicos. Proveen de un hábitat para una gran cantidad de especies de flora y fauna; son fuente de alimentos, medicinas, materiales para la construcción; la cultura y la historia de muchos pueblos están asociadas a los bosques. De manera tal que su devastación por el fuego constituye una pérdida significativa.
Es necesario subrayar que los impactos de los incendios no se limitan solo a la biodiversidad. Los suelos y el agua son de las bajas más sensibles. El fuego convierte a los suelos en materia estéril, incapaz de retener el agua de lluvia, que a su vez arrastra consigo sustancias tóxicas que van a contaminar a las fuentes de agua. Los incendios de vegetación son además poderosos emisores de gases de efecto invernadero, entre ellos el dióxido de carbono, CO2.
Aunque el fuego se produce algunas veces de manera natural, la mayoría de los incendios forestales son producto de la acción humana, con intención o sin ella. Este hecho hace que haya poco tiempo para que los ecosistemas puedan repararse de manera natural, lo que incide de forma negativa en la estructura de la biodiversidad de la zona afectada.