En lo que sí están de acuerdo unos y otros es que hay poca evidencia que respalde ambas hipótesis. El hecho de que el proceso de extinción no se diera al mismo tiempo en todos los puntos del planeta, y que tanto las condiciones climáticas como la actividad variaran de un lugar a otro, también hace que sea difícil establecer una única razón.
Uno de los argumentos más populares para explicar la extinción de grandes especies es el cambio climático. El planeta estaba saliendo de una Edad de Hielo y algunas especies, la de mayor tamaño, simplemente no se adaptaron al cambio porque no podían perder calor de manera rápida.
Por otro lado, en 1870 surgió una hipótesis que hablaba que el humano cazador había contribuido a la extinción del mamut porque habían convivido. Esta teoría se cayó porque se cree que el número de humanos no era tan grande, ni disponía de las herramientas como para provocar una extinción masiva.
En el año 2007, un investigador de la Universidad de Nevada aseguraba que si bien los cambios en el clima y la vegetación fueron un factor que ayudó a la extinción de ciertas especies, la presencia del ser humano fue determinante. El avance del Homo sapiens por todos los continentes fue un hecho clave en la desaparición de los mamuts.
Un cambio climático no antropogénico luce como la menos probable de las causas. Aseguran los estudios que los mamuts sobrevivieron durante más tiempo en lugares a donde no llegaron los humanos.
Habrá que esperar un tiempo a que los estudios arrojen más luces sobre la vida y la muerte de los asombrosos paquidermos.
Seguramente el más reciente hallazgo del cementerio de mamuts en México, junto al descubrimiento de finales de 2019 en los mismos predios, pueda ofrecer información que contribuya a la comprensión de procesos actuales de pérdida de la biodiversidad y el cambio climático.