Los encuentros con estos magníficos animales, del tamaño de un edificio de 8 pisos, responden mucho al azar. Aunque ver ballenas se ha hecho más frecuente en Galicia en los últimos años, precisamente por las expediciones llevadas a cabo por el BDRI, a veces estas resultan infructuosas.
Sin embargo, el año 2017 fue muy significativo para el Instituto. Hacia finales del verano, y en apenas 15 días, sendos rorcuales fueron vistos en dos excursiones distintas, una de un barco de pesca y otra del BDRI.
Dado que el afloramiento que alimenta al kril es un fenómeno que responde a las condiciones climáticas, estudiar el comportamiento migratorio de las ballenas azules arrojará luces sobre el impacto del cambio climático en las cadenas tróficas.
El avistamiento de ballenas en Galicia es un motivo para el entusiasmo. Los científicos del BDRI y el proyecto Balaenatur aseguran que las costas gallegas ya son un punto obligado en la ruta migratoria hacia el sur del animal más grande del mundo.