Tal como lo refiere un documento de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el maíz es el primer cultivo en rendimiento de grano por hectárea, por encima del trigo y el arroz.
El maíz es sumamente generoso en bondades. Diversos tipos de climas y ambientes les son propicios al maíz, por lo que puede ser cultivado en diversas latitudes. Siendo su origen la zona tropical, en la actualidad se cultiva en latitudes septentrionales como Canadá y Rusia y en el sur del planeta como en Argentina y Chile.
Esta maravilla vegetal también se adapta a distintas altitudes. Aunque la mayor parte de los sembradíos de maíz se ubican en altitudes medias, es posible hallarlos en sitios por debajo del nivel de mar, como las planicies del Caspio, y en cotas que superan los 3.000 metros como la cordillera andina.
En México, la influencia del maíz no solo se observa en la dieta de los mexicanos. Este alimento determina su identidad cultural, su patrimonio histórico y el estado de bienestar social de su población. Algunos estudios llevados a cabo lograron determinar que la producción de las cosechas modificaba el flujo migratorio hacia Estados Unidos.
En el periodo que va de 1990 a 1992, gracias a las abundantes lluvias, se marcaron hitos históricos de producción de maíz. En esos años la emigración de mexicanos hacia el vecino del norte fue la más baja desde 1980. Por el contrario, durante los años 1998 y 1999, un periodo particularmente difícil por la sequía que ocasionó El Niño, se alcanzó el registro más elevado de emigración hacia Estados Unidos correspondiente a esa década.
Frente al reto que significa preservar el maíz del cambio climático y que se pueda seguir alimentando a la población mundial, cuyo crecimiento es exponencial e indetenible, es necesario poner en marcha prácticas que puedan seguir garantizando la alimentación mundial.