Episodios como la injusta muerte de un hombre negro en Estados Unidos o el asesinato de una defensora de los ecosistemas como Berta Cáceres, quedarán como oprobiosos recordatorios de que la aplicación de justicia oportuna es una materia pendiente para la humanidad.
El cambio climático es un hecho y todos los días se expresa con virulencia, aunque algunos se empeñan en negarlo. De hecho, negar el cambio climático es una postura política racista, tal como lo comprobó un estudio y que recoge la revista Sierra.
El mencionado estudio determinó que en Estados Unidos, las personas que niegan el cambio climático son blancas, engrosan las filas del racismo y le votan al partido Republicano. Aunque no hace falta hacer un exhaustivo análisis para comprobar tal cosa.
Muchas de las expresiones proferidas por Donald Trump en sus comparecencias en los medios y frente a su base electoral, son una clara muestra de esas premisas.
Hacerle frente a la profunda crisis medioambiental del planeta, donde los recursos son cada vez más escasos y donde millones de seres humanos sobreviven o mueren en el Sur global por causa del cambio climático, pasa por reconocer que el Norte tiene privilegios que aún conserva y deben desaparecer.
El cambio climático y el racismo, como expresiones de desigualdad, solo podrán superarse cuando una parte del planeta reconozca a la otra. Cuando las grandes corporaciones de los países industrializados abandonen la senda de la explotación y la extracción de recursos naturales del Sur global y cuando se reconozca a la Tierra y a los pueblos como sujetos de derecho y de justicia.