La Organización Mundial de la Salud ya ha establecido que el miedo, la ansiedad y la tristeza, son indicadores de los efectos que a nivel psicológico tiene el cambio climático sobre las personas. Las generaciones actuales y las futuras deben enfrentar un panorama que luce desesperanzador, puesto que ya el cambio climático está ocurriendo y no parece que haya una solución en el corto plazo.
Por otro lado, los desastres naturales, cada vez más frecuentes e intensos, hacen que las personas que los padecen de manera directa sufran un marcado deterioro de su salud mental. Tras un evento climatológico con características de catástrofe, miles de personas pueden perder sus hogares, sitios de trabajo y hasta familiares y afectos muy cercanos.
Esa vivencia aterradora, aseguran los expertos, puede desembocar en el nacimiento de un trastorno por estrés post traumático. Los síntomas que se manifiestan ante este cuadro se pueden agrupar en cuatro grandes grupos: recuerdos intrusivos, evasión, cambios en las reacciones físicas y modificaciones en los estados de ánimo, donde entrarían el miedo, la tristeza y la ansiedad.
A este desolador panorama se le debe añadir que el efecto del cambio climático es más pronunciado en las clases sociales menos favorecidas. En Estados Unidos, un estudio reveló que en los grupos sociales conformados por personas negras, indígenas y latinos, los efectos del cambio climático se padecen de manera distinta a como lo hacen los grupos compuestos por personas blancas.
De nuevo, los pobres cargan con el mayor peso de un fenómeno en el que casi no han tenido participación. Además, el estudio ofrece pruebas de que esta relación de desigualdad es parte de un círculo vicioso. La desigualdad provoca que los síntomas del cambio climático golpeen de manera más violenta a los más desfavorecidos lo que los empujará a una desigualdad mayor.